La nutria es un animal muy difícil de estudiar. Sus hábitos nocturnos y su naturaleza extremadamente esquiva, hacen las observaciones directas prácticamente irrealizables. También el reconocimiento individual solo sería posible capturando y marcando a los animales, algo técnicamente complicado y potencialmente peligroso, además de ser complicado por la legislación en materia de especie protegidas.
La única alternativa posible es el uso de técnicas genéticas non invasivas (NGS).
Las nutrias marcan sus territorios dejando sobre rocas que afloran por los ríos, excretas (spraints) y geles, en los cuales se pueden rastrear fragmentos de ADN. Una primera complicación es que las lluvias y los frecuentes cambios en el flujo de los ríos pueden eliminar los signos de marcado. Por otro lado, el ADN se degrada rápidamente si se deja a la intemperie y por esta razón los controles y la toma de muestras deben realizarse diariamente en la madrugada, pocas horas después que las nutrias deponen durante la noche.
Otro problema de esta técnica es que el ADN de nutrias presente en las escretas está mezclado con grandes cantidades de ADN de sus presas, además de que los geles que contienen el ADN de más alta calidad son muchos más raros.
En la figura de arriba se puede leer que:
Una vez recogidas, las muestras se almacenaron inmediatamente en soluciones especiales para detener la degradación del ADN y evitar contaminaciones, enviándolas en el menor tiempo posible a los laboratorios ISPRA (Ozzano dell’Emilia, BO) para los análisis genéticos.
Para poder reconocer a los individuos a partir de fragmentos de ADN se analizaron los “microsatélites”. Estas son piezas cortas de ADN que varían ampliamente entre los individuos: cada uno de los microsatélites puede presentarse en diversas formas pero cada individuo tiene su propria configuración. Los que normalmente se utilizan para identificar las nutrias europeas son los seis LUT, en azul en la siguente figura.
Un problema al cual nos enfrentamos es que, dada la estrecha relación entre las nutrias del Sangro y la consecuente baja variabilidad entre diferentes genotipos, los seis microsatélites LUT no fueron suficientes para distinguir un individuo de otro. Por esta razón añadimos otros microsatélites, mostrados como OT, en rojo en la figura.
Con el uso de los 13 microsatélites, la probabilidad de una identificación incorrecta cayó a 0,2% (si las nutrias no hubieran estado emparentadas, hubieran sido suficientes seis microsatélites para tener una probabilidad del 0,1%).
Debido a los problemas relacionados con la conservación de las muestras y la degradación del ADN mencionados arriba, fue posible determinar un genotipo completo sólo a 67 de las 191 muestras colectadas (es decir poco más de un tercio). A pesar de esto, fue posible identificar de forma inequívoca 14 individuos y se puede dicir que a lo largo del Sangro viven ocho machos, cuatro hembras y dos nutrais de las cuales no sabemos el sexo.
Un aspecto interesante del descubrimiento es que, en un principio, no se esperaba encontrar tanta superposición entre los territorios de los diferentes animales del mismo sexo. Esto puede estar relacionado con la pertenencia a un mismo grupo familiar y con el hecho que los señales de marcaje, más que “definir el territorio” estén relacionadas con otros aspectos sociales.
Los análisis genéticos realizados nos permitieron determinar algunas relaciones de parentesco entre las nutrias identificadas. Desafortunadamente, debido al bajo éxito del genotipado, son resultados parciales y todavia con poca certeza, debido a que una cosa es determinar que dos nutrias estan relacionadas, y otra es entender como (por ejemplo quien es el padre y quien es la cria).
A pesare de esto hemos podido dividir a los 14 individuos en cinco grupos (que se resumen en la siguente figura donde a los individuos desconocidos se les atribuyó como sexo más probable: hembras) distribuidos en 64 km (como se describe en la figura de la pagina anterior).